El affaire de Osama bin-Laden ha provocado una espiral de controversia en Pakist谩n, el pa铆s que alberg贸 durante casi 6 a帽os al jefe de al-Qaeda, sin que nadie siquiera chistara. El blanco primario de la ira del p煤blico no ha sido mayormente Estados Unidos ni tampoco la trillada confabulaci贸n de la India, sino la privilegiada casta de los generales, activos o en retiro, y, sobre todo, el controversial Directorio Inter-Servicios de Inteligencia (ISI).
Los medios en idioma ingl茅s reflejan este giro. Un diario proclam贸 un d铆a de verguenza nacional, peor que la revelaci贸n del comercio con los secretos nucleares nacionales que realiz贸 el padre del poder铆o at贸mico pakistan铆, Abdul Qadeer Kahn. Otro medio, igualmente severo, denunci贸 que as铆 como Libia hab铆a sido secuestrada por los Gadafi y Egipto por los Mub谩rak, Pakist谩n sufr铆a secuestrado por una camarilla castrense que nadie hab铆a elegido para regir la naci贸n. Finalmente, un dedo acusador apunt贸 a los generales que suelen hacer decisiones a espaldas del pueblo, congregados en una atm贸sfera de club de ricos y bebedores de whisky.
Tampoco han faltado se帽alamientos de negligencia e incapacidad. A los comandos estadounidenses les tom贸 40 minutos realizar el operativo en el domicilio de bin-Laden en Abbottabad, despu茅s de volar en helic贸ptero 200 kil贸metros desde la frontera con Afganist谩n. Entre tanto, opin贸 un especialista en la televisi贸n, la respuesta de los servicios de seguridad pakistan铆es, incluida la fuerza a茅rea, tom贸 m谩s de 2 horas. "Nada menos que una cat谩strofe", fue la reacci贸n de expertos, quienes siguen pregunt谩ndose qu茅 estaban haciendo los operadores de radares y para qu茅 sirve la costosa flotilla a茅rea de las fuerzas de seguridad, por cierto sufragada por Washington.
Complicidad. Con todo, flota en el ambiente el tufo de la complicidad de alg煤n o algunos generales y, m谩s particularmente, del ISI, cuyos lazos con el submundo de los radicales isl谩micos son ampliamente conocidos. Este involucramiento se perfila cada d铆a m谩s como la raz贸n de la holgada permanencia de bin-Laden, en medio de instalaciones y academias militares.
Recordemos que dichos v铆nculos fueron fomentados desde las 茅pocas de la ocupaci贸n sovi茅tica de Afganist谩n, mediante el financiamiento y apoyo a los yihadistas que combat铆an contra los invasores, muchas veces con abundante ayuda estadounidense. Con el tiempo, el ISI directamente cre贸 otros grupos, como Lashkar-i-Taiba, y se ali贸 con clanes y tribus en la porosa frontera con Afganist谩n, as铆 como en el disputado espacio de Cachemira. Este padrinazgo suele ser justificado por las autoridades en la necesidad estrat茅gica de defenderse de la India.
De cualquier forma, las sospechas de que el ISI proteg铆a a bin-Laden en Abbottabad, podr铆an encontrar mayor asidero en los pr贸ximos d铆as con motivo del proceso que se sigue en Chicago contra miembros y colaboradores de Lashkar-i-Taiba, incluidos tres oficiales del ISI, por el ataque terrorista en Mumbai (India) en el 2008, el cual dej贸 166 muertos, 6 de ellos estadounidenses. Asimismo, este v铆nculo directo de la inteligencia pakistan铆 con una de las m谩s cruentas agrupaciones terroristas del mundo, sin duda repercutir谩 negativamente en la relaci贸n de Washington con Islamabad.
Recordemos que dicho v铆nculo ya hab铆a sido afectado negativamente por el caso reciente de Raymond Davies, un contratista de la CIA estadounidense que dispar贸 contra dos pakistan铆es que crey贸 le estaban robando.
Desde luego, las acciones estadounidenses en Afganist谩n dependen en alto grado de la colaboraci贸n de Pakist谩n, que, adem谩s de rutas de abastecimiento a las tropas estadounidenses, facilita espacios para los ataques con drones contra los talibanes y asociados en la zona fronteriza. De igual manera, el ISI ha posibilitado la captura de importantes figuras de al-Qaeda en Pakist谩n, incluido Khalid Sheik Muhamad, el planificador de los atentados del 11 de setiembre, y otros de menor perfil. Pero, en los 煤ltimos a帽os, Washington ha presionado a Pakist谩n a asumir un papel m谩s decisivo en esa lucha, escalamiento que sacudir铆a las complejas relaciones del ISI y las Fuerzas Armadas con individuos y grupos en Afganist谩n. Por su parte, Pakist谩n recibe sumas astron贸micas en asistencia estadounidense.
Esa ayuda, sin embargo, se destina mayormente a las Fuerzas Armadas, y una vez deducido el monto para amortizar deudas, no queda nada significativo para aliviar los problemas sociales de la naci贸n. Pero as铆 como Washington ha procurado afinar su respaldo financiero al grado de la colaboraci贸n pakistan铆, rec铆procamente Islamabad tambi茅n ha manejado sus acciones contra los yihadistas en funci贸n del aporte financiero estadounidense. Nada de esto contribuye a una relaci贸n fluida y sin roces entre ambos Gobiernos. Actualmente, la acci贸n unilateral de Estados Unidos para capturar al terrorista m谩s buscado por los hechos del 11 de setiembre, adem谩s de reflejar la desconfianza de la Casa Blanca hacia las autoridades de Pakist谩n, promete acrecentar las tensiones.
Pa铆s m谩s peligroso. Pakist谩n es considerado el pa铆s m谩s peligroso del mundo. Las credenciales que sustentan este calificativo son amplias, evidentes en la multitud de asesinatos de jefes y ministros de Gobierno, figuras pol铆ticas, empresarios y toda suerte de personas ca铆das en el fuego cruzado del mundo delictivo y la radicalizaci贸n pol铆tica.
Ahora, de manera positiva, los sucesos de Abbottabad est谩n generando un examen interno robusto y saludable, adem谩s de necesario en Pakist谩n. Algunos amigos en esa naci贸n confiesan no saber en qu茅 pa铆s viven, pues los feudos y divisiones en las instituciones fundamentales del Estado conducen a fiascos como el de Abbottabad. Asimismo, opinan que sin una acci贸n depuradora en serio, Pakist谩n arriesga desenlaces m谩s graves en el futuro.
Lo ocurrido fue claramente descrito por Ayaz Amir en su columna del diario The News, como "la madre de todas las verguenzas".
Ojal谩 lo acaecido tenga un impacto correctivo en Pakist谩n, para el bien de una naci贸n clave, inmersa en los torbellinos de esa cr铆tica regi贸n asi谩tica.