La gira latinoamericana del presidente George Bush, que se extender谩 del 8 al 24 de marzo pr贸ximo, y el encuentro que el mandatario norteamericano tendr谩 con el jefe de Estado brasile帽o, Lula da Silva, el 31 de ese mes, en Camp David, marcar谩n el lanzamiento de un nuevo esfuerzo de la Casa Blanca para vincularse de manera m谩s efectiva a la regi贸n.
Este paso ha sido urgido por influyentes sectores de Washington y de la administraci贸n, preocupados por la marginaci贸n de la zona en la agenda de la Casa Blanca, copada desde el 2001 por la lucha contra el terrorismo, el Cercano Oriente y, sobre todo, la guerra en Iraq.
Asimismo, el Ejecutivo ha decidido, finalmente, articular una estrategia hemisf茅rica para enfrentar el 铆mpetu antidemocr谩tico y armamentista de Hugo Ch谩vez as铆 como la creciente presencia de China e Ir谩n en la zona. Nueva diplomacia. Sin duda, el viaje de Bush por cinco naciones de la regi贸n--Brasil, Colombia, Uruguay, Guatemala y M茅xico--marcar谩 un giro importante en el enfoque diplom谩tico de Estados Unidos hacia Latinoam茅rica. Ser谩 la visita m谩s prolongada del mandatario estadounidense a nuestros pa铆ses, en contraste con los periplos previos que han sido notorios por su brevedad. El 煤ltimo de ellos, a Mar del Plata, para la Cumbre de Presidentes de las Am茅ricas, en noviembre del a帽o 2005, devino en un fiasco publicitario promovido por Hugo Ch谩vez con la evidente complicidad del presidente argentino, N茅stor Kirschner.
Han faltado, entre tanto, los contactos bilaterales capaces de descongelar la agenda continental en los temas cruciales del comercio y la seguridad. En cada una de las cinco naciones que Bush visitar谩, esos dos grandes temas matizar谩n, en diferentes grados, las conversaciones con los anfitriones.
Con respecto a Colombia, la Casa Blanca tiene ante s铆 la doble prueba de fuego de lograr la aprobaci贸n del Congreso a la reautorizaci贸n del Plan Colombia as铆 como al Tratado de Libre Comercio, sumamente entrabados en el proceso legislativo, sobre todo por objeciones de la mayor铆a dem贸crata. En este sentido, la cita con el presidente 脕lvaro Uribe le permitir谩 a Bush transmitir al Capitolio seguridades de que el Gobierno colombiano se propone llegar al fondo del esc谩ndalo de los v铆nculos de funcionarios con los paramilitares y sentar las responsabilidades legales correspondientes. Asimismo, podr谩 apuntar al progreso en los esfuerzos por mejorar la aplicaci贸n de las leyes laborales y la protecci贸n de los dirigentes sindicales en ese pa铆s.
La cita en Guatemala, a su vez, que incluir谩 a los cinco presidentes centroamericanos, har谩 posible un encuentro inicial de Bush con Daniel Ortega--si finalmente asiste y no env铆a en su lugar al Vicepresidente鈥�-que ojal谩 involucre activamente al antiguo guerrillero en el quehacer y la din谩mica democr谩tica del istmo. A su vez, en Uruguay, la llegada de Bush constituir谩 un espaldarazo al socialista Tabar茅 V谩squez que, conforme a un nuevo pragmatismo en la izquierda latinoamericana, promueve mejores relaciones con Washington y la formalizaci贸n de un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Por otra parte M茅xico ha sido un aliado de EE. UU. y socio en NAFTA, y tanto Bush, como su nuevo colega Felipe Calder贸n, necesitan mostrar ante sus respectivos votantes alg煤n avance en el dif铆cil tema migratorio.
Lula y Ch谩vez. Bastante m谩s complejo es el cap铆tulo de Brasil. Las posiciones de Itamarat铆 muchas veces han chocado con las de Washington en los foros mundiales, particularmente en materia comercial. A ello se suma la desconfianza que Lula todav铆a inspira en peque帽os grupos conservadores con capacidad de resonancia en la administraci贸n norteamericana.
Con todo, dichosamente, ha prevalecido el buen sentido de la Casa Blanca con respecto al papel clave que Lula puede llenar como factor de estabilidad en la Suram茅rica actual, sacudida por el autoritarismo expansivo de Ch谩vez y el populismo radical de algunos 茅mulos en la zona. Adem谩s, Lula y Bush comparten un inter茅s especial por los biocarburantes, plasmado en un reciente acuerdo que busca reducir la dependencia del petr贸leo y gas y, por ende, de Venezuela. Tampoco es dable minimizar el extraordinario desempe帽o pol铆tico de Lula , quien ha podido armonizar los imperativos de una macroeconom铆a sana con las demandas sociales inaplazables de su pa铆s.
La invitaci贸n a Camp David que Bush formul贸 a Lula, y este acept贸, subraya no solo un reconocimiento de los logros de Lula y la importancia de Brasil como potencia regional, sino, adem谩s, la elevaci贸n del mandatario brasile帽o al rango de los estadistas selectos que suelen ser convidados a Camp David. Esta residencia presidencial en las monta帽as de Maryland ha sido escenario de reuniones hist贸ricas con implicaciones globales. Y, ahora, por primera vez, un presidente latinoamericano ingresa a ese exclusivo c铆rculo de figuras internacionales.
Desde luego, el simbolismo de la cumbre en Camp David no escapar谩 de Ch谩vez, quien ver谩 as铆 a su m谩s ilustre amigo abrazar a Bush, ni m谩s ni menos. Lula , al aceptar esta cita, ha hecho un escogimiento estrat茅gico, el que todo jefe de Estado en su sano juicio har铆a en beneficio de su naci贸n. Esto, por supuesto, dif铆cilmente lo comprender谩 Ch谩vez.